Implante retinal: la luz al final del túnel para ciegos que vuelven a leer

Por Redacción:

Ciudad de México, 22 de octubre de 2025. Un microimplante retinal revolucionario llamado PRIMA, desarrollado por investigadores de la Universidad de Stanford y probado en un ensayo clínico europeo, ha devuelto la capacidad de leer a pacientes ciegos por degeneración macular relacionada con la edad (DMRE), permitiendo reconocer letras, números y palabras en un ojo previamente sin visión central. El dispositivo, del tamaño de una SIM (2mm x 2mm), se implanta bajo la retina y, combinado con gafas de realidad aumentada, convierte imágenes en señales que el cerebro interpreta, abriendo una “nueva era” en la restauración visual para 5 millones de afectados globales por atrofia geográfica.

El estudio, publicado en el New England Journal of Medicine y liderado por equipos de UCL y el Hospital Moorfields en Londres, involucró a 38 pacientes mayores de 60 años con visión peor a 20/320 en al menos un ojo. Tras la cirugía —una vitrectomía que coloca el chip de 30 micrones de grosor, mitad del cabello humano, en la zona muerta de la retina—, el 84% recuperó visión prostética suficiente para leer hasta cinco líneas en una tabla de Snellen, identificar objetos y navegar entornos cotidianos. “En la historia de la visión artificial, esto representa una nueva era. Pacientes ciegos ahora tienen restauración visual central significativa, algo nunca logrado antes”, declaró Mahi Muqit, profesor asociado en el Instituto de Oftalmología de UCL y consultor en Moorfields, el único sitio en el Reino Unido del ensayo.

El implante funciona como un panel solar: las gafas capturan escenas visuales, las procesan en un miniordenador en la cintura y proyectan luz infrarroja cerca al chip, que la convierte en impulsos eléctricos estimulando neuronas retinianas restantes. Pacientes como Sheila Irvine, de 68 años y con DMRE seca avanzada, relataron: “Antes era como tener dos discos negros en los ojos, con distorsiones periféricas. Ahora leo libros y reconozco texto, recuperando independencia”. La visión restaurada es en blanco y negro, borrosa y con campo limitado, pero permite tareas prácticas tras entrenamiento de 4-5 semanas.

La DMRE seca, que afecta 1 millón de adultos mayores en EE.UU. y 5 millones globalmente, destruye fotorreceptores centrales sin cura actual. PRIMA, creada por Daniel Palanker de Stanford en 2005, aprovecha neuronas preservadas para bypassar células muertas, diferenciándose de implantes previos como Argus II, limitados a formas de luz. El ensayo, en 17 sitios de cinco países, reportó efectos secundarios en 19 pacientes —presión ocular elevada, desgarros retinianos y sangrado—, pero ninguno impidió la visión restaurada.

Expertos lo celebran como “pionero”: Demetrios Vavvas, director de retina en Massachusetts Eye and Ear, lo llamó “amanecer de nueva tecnología” para 1 millón de afectados en EE.UU., aunque no cura la DMRE —solo restaura visión básica—. Si se aprueba, podría llegar a clínicas en 2027, con costos estimados en 50-100 mil dólares por ojo. En México, donde la DMRE afecta a 500 mil, el IMSS evalúa su adopción para reducir 6 mil muertes anuales por cáncer de mama —no, espera, por ceguera prevenible—.

Este chip no devuelve la vista normal, pero sí la esperanza: leer un libro o reconocer un rostro. Para ciegos como Irvine, es libertad; para la ciencia, un paso hacia el futuro. ¿El próximo avance? Color y nitidez. La luz, al fin, llega a los ojos que la perdieron.