Descubren un ecosistema marino “oasis” a casi 10 km de profundidad entre Rusia y Alaska
Por Redacción:
Ciudad de México.- Un consorcio científico internacional reportó el hallazgo del ecosistema quimiosintético más profundo y extenso del que se tenga registro en el planeta, localizado en las fosas de Kuril–Kamchatka y Aleutianas, en el Pacífico noroccidental, entre Rusia y Alaska. La investigación, publicada en Nature, describe densas comunidades de organismos —dominadas por poliquetos siboglínidos (tubícolas) y bivalvos— que prosperan sin luz solar a profundidades de 5,800 hasta 9,533 metros, alimentadas por fluidos ricos en metano e hidrógeno sulfuroso que emergen por fallas geológicas del fondo marino. El trabajo fue liderado por el Institute of Deep-sea Science and Engineering de la Academia de Ciencias de China y utilizó el sumergible tripulado Fendouzhe para documentar un corredor biológico de ~2,500 km a lo largo del lecho de ambas fosas.
De acuerdo con los autores, las comunidades descubiertas equivalen a auténticos “oasis vibrantes” en la zona hadal —la franja oceánica de 6,000 a 11,000 metros de profundidad— y se sostienen gracias a una fábrica química subterránea: microbios que, en sedimentos profundos, producen metano a partir de materia orgánica depositada; ese gas y otros compuestos ascienden por fracturas hasta el lecho marino y alimentan bacterias simbiontes en los tejidos de gusanos y almejas, base de un ecosistema entero independiente de la fotosíntesis. El equipo registró estas comunidades en filtraciones frías (“cold seeps”), distintas a los ventiladeros hidrotermales: aquí los fluidos salen a temperaturas cercanas al agua ambiente y no a altas temperaturas, aunque el principio es parecido —quimiosíntesis en lugar de luz solar.
Los resultados rompen marcas y reordenan lo que se sabía de la vida en las mayores profundidades: Reuters destacó que se trata de los hábitats quimiosintéticos más profundos documentados (hasta 9,533 m, cerca de 31,276 pies), casi 25% más abajo que el récord previo, y que la variedad observada —tubícolas rojos y blancos, grandes almejas y otros invertebrados— desafía la visión clásica de que los fondos hadales dependen solo de “lluvia” de detritos orgánicos desde la superficie. Además, se observaron pepinos de mar, gusanos cuchara y otros invertebrados conviviendo con la biota especializada.
La trascendencia del hallazgo va más allá de lo descriptivo. The Washington Post explicó que estos sistemas replantean la distribución potencial de la vida en las fosas oceánicas y abren pistas para la astrobiología (mundos con océanos internos, como Europa), al tiempo que prenden alertas sobre el impacto que podrían tener actividades extractivas —como la minería en aguas profundas— en hábitats que, hasta ahora, habían pasado inadvertidos.
El trabajo de campo se realizó entre julio y agosto de 2024 con el Fendouzhe —vehículo tripulado de plena profundidad—, capaz de alcanzar los casi 11,000 m del océano. En campañas previas, este sumergible ya había demostrado esa capacidad técnica; en la expedición de las fosas Kuril–Kamchatka y Aleutianas registró filas enteras de tubícolas y bancos de bivalvos en kilómetros de filtraciones frías, con análisis isotópicos que apuntan al origen microbiano del metano que sustenta a las comunidades.
Aunque el estudio fue liderado desde China, instituciones y expediciones estadounidenses llevan años mapeando filtraciones y comunidades afines en el arco de las Aleutianas. Imágenes de NOAA Ocean Exploration tomadas frente a Alaska muestran campos densos de tubícolas y bancos de mejillones típicos de estos cold seeps, el telón de fondo geológico en el que ahora se ubica este nuevo corredor hadal descrito en Nature. Esas imágenes —útiles como referencia visual para el público— ayudan a comprender cómo luce un ecosistema que, pese a hallarse en oscuridad perpetua y presiones aplastantes, florece gracias a la energía química de la Tierra.