DESTAPA PANDEMIA LA DEBILIDAD DE LA SALUD EN LATINOAMÉRICA
Por Luis Martínez Alcántara
Los sistemas de salud en América Latina enfrentan una crisis alarmante, marcada por la falta de recursos y el impacto devastador de la pandemia de COVID-19. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la crisis sanitaria dejó cerca de tres millones de muertos en la región y ha revelado las profundas debilidades estructurales existentes.
A pesar de que se recomienda un gasto público del 6% del PIB en salud, el promedio en 2019 fue solo del 3.8%, lo que refleja un subfinanciamiento crónico que afecta gravemente la calidad y accesibilidad de los servicios.
La segmentación y fragmentación son características clave de los sistemas de salud latinoamericanos. Estos se dividen en tres segmentos: el sistema público, que atiende a la población vulnerable; el sistema social, destinado a trabajadores formales; y el sistema privado, que beneficia a los sectores más acomodados. Esta estructura genera desigualdades significativas y limita el acceso universal a servicios de salud adecuados. La falta de coordinación entre estos sistemas complica aún más la situación, resultando en un acceso desigual a atención médica.
El panorama se agrava con problemas comunes como el financiamiento escaso, demoras prolongadas para recibir atención médica y protestas frecuentes por parte del personal médico debido a salarios bajos y condiciones laborales deficientes. En países como México, hasta un 30% de la población carece de acceso a servicios de salud, mientras que en Venezuela, alrededor del 80% depende del sistema público, que enfrenta severas carencias. Estas condiciones han llevado a un colapso progresivo en la capacidad de los sistemas para atender las necesidades básicas de salud.
A pesar de estos desafíos, algunos expertos consideran que la pandemia también abrió una “ventana de oportunidad” para reformar los sistemas hacia modelos más universales y equitativos. La digitalización impulsada por la crisis sanitaria podría ser clave para mejorar el acceso a servicios, especialmente en áreas rurales donde las brechas tecnológicas son significativas. Sin embargo, es fundamental contar con personal capacitado para implementar estas herramientas digitales efectivamente.