Evitar la economía tecno-feudal: una visión solarpunk para un futuro más justo

Por Redacción:

Por años, analistas y tecnólogos han advertido sobre el riesgo de una economía tecno-feudal: un modelo donde el poder económico se concentra en pequeños grupos corporativos que controlan datos, infraestructura digital y las plataformas que organizan casi toda interacción social y laboral. Este esquema —ya perceptible en ciertas regiones del mundo— amenaza con fragmentar a las sociedades en castas digitales: aquellos que poseen la tecnología y quienes solo la consumen.

Pero desde el pensamiento solarpunk, este futuro no es inevitable. El solarpunk propone una síntesis entre tecnología, naturaleza y justicia social; una economía que distribuye capacidades en lugar de concentrarlas, que fomenta resiliencia comunitaria y que se sostiene en energías limpias, datos abiertos y participación colectiva.

El riesgo del tecno-feudalismo.

En la economía tecno-feudal, la riqueza no se mide solo en capital financiero, sino en control algorítmico, propiedad de datos y acceso a las plataformas digitales. Todo se vuelve renta: desde usar una aplicación, hasta publicar contenido o mover mercancías. El ciudadano deja de ser propietario de sus herramientas y pasa a ser inquilino digital en ecosistemas privados.

Para economías en desarrollo, como la mexicana, el riesgo es doble: quedar subordinadas tecnológicamente y perder soberanía en innovación, energía y decisión pública.

Frente a esa amenaza surge una alternativa optimista y profundamente humana: el solarpunk.

La visión solarpunk como respuesta

El solarpunk no es solo una estética; es un proyecto civilizatorio. Su apuesta económica se basa en:

• Tecnologías abiertas y comunitarias

• Energías limpias descentralizadas

• Economías circulares y regenerativas

• Participación social apoyada en infraestructura digital pública

• Redes locales conectadas globalmente

En este marco, la tecnología no concentra poder; lo distribuye. Y la transición energética no empobrece; empodera.

Dos ejemplos reales de cómo evitar la economía tecno-feudal

1. Barcelona y el modelo de soberanía digital ciudadana

Barcelona se ha convertido en referente mundial al apostar por una “ciudad digital democrática”. Entre sus políticas destacan:

• Plataformas públicas de datos donde la ciudadanía mantiene el control de su información.

• Uso prioritario de software libre en la administración.

• Proyectos de inteligencia artificial comunitaria para movilidad, energía y participación vecinal.

Este modelo reduce dependencia de grandes corporaciones tecnológicas, impulsa innovación local y coloca a los ciudadanos como co-propietarios del ecosistema digital. Es un ejemplo solarpunk en acción: tecnología limpia, descentralizada y controlada por la gente.

2. Friburgo, Alemania: energía comunitaria y economía regenerativa

Friburgo es considerado el “laboratorio europeo de la sostenibilidad”. Desde hace más de 30 años:

• La ciudad opera con cooperativas ciudadanas de energía solar.

• Los barrios generan parte de su propia electricidad.

• El urbanismo prioriza ciclovías, transporte público eléctrico y agricultura urbana.

• Las decisiones energéticas se toman en modelos cooperativos, no corporativos.

El resultado es una ciudad que produce energía limpia de forma distribuida, genera empleos locales y evita que el sistema eléctrico quede en manos de monopolios privados o lobbies fósiles.

México y América Latina: oportunidad histórica

La región tiene la posibilidad de saltarse una fase de dependencia tecnológica si:

• adopta infraestructura energética distribuida,

• impulsa tecnología abierta desarrollada localmente,

• crea cooperativas de datos y plataformas públicas,

• e integra criterios solarpunk en urbanismo y movilidad.

Países como Brasil y Uruguay ya avanzan en energía renovable comunitaria; México podría ampliar su visión integrando participación ciudadana, datos abiertos y proyectos de innovación social en escala local.

Conclusión: el futuro aún está en disputa

El tecno-feudalismo no es un destino inevitable: es un riesgo. Y como todo riesgo, puede ser prevenido. El mundo ya tiene ejemplos de que otro modelo funciona: uno basado en energía limpia, tecnología accesible, cooperación, comunidad y economía circular.

El solarpunk no propone regresar al pasado, sino avanzar hacia un futuro donde la tecnología sirva a la vida —y no al revés—. La pregunta no es si podemos evitar la economía tecno-feudal, sino si tenemos la voluntad política, social y ética de construir el futuro luminoso que ya es posible.