PROSPERIDAD E INSTITUCIONES: EL LEGADO DEL NOBEL
Por Luis Martínez Alcántara
CIUDAD DE MÉXICO.- El Premio Nobel de Economía 2024 fue otorgado a los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson por su investigación sobre cómo las instituciones sociales y políticas influyen en la prosperidad de las naciones.
La Real Academia Sueca de Ciencias destacó que su trabajo ha ayudado a comprender por qué algunas sociedades prosperan mientras otras permanecen atrapadas en la pobreza. Este enfoque se basa en analizar el impacto de instituciones inclusivas que fomentan el crecimiento frente a las extractivas, que tienden a concentrar poder y riqueza.
Los laureados argumentan que las instituciones inclusivas, aquellas que permiten una amplia participación en la economía y la política, son esenciales para generar prosperidad a largo plazo. Por el contrario, las instituciones extractivas, diseñadas para beneficiar a una élite, generan estancamiento económico y perpetúan la desigualdad.
El comité Nobel subrayó la relevancia de su trabajo para abordar uno de los mayores desafíos de nuestra época: reducir las enormes diferencias de ingresos entre países. A través de estudios comparativos entre naciones con diferentes legados institucionales, los economistas demostraron cómo ciertos países, atrapados en sistemas extractivos, han tenido dificultades para generar un crecimiento inclusivo y sostenido.
Uno de los ejemplos más utilizados en su investigación es la ciudad de Nogales, dividida entre México y Estados Unidos, donde, a pesar de compartir la misma geografía, las diferencias en las instituciones generan condiciones de vida y oportunidades completamente distintas a cada lado de la frontera. Este análisis ilustra cómo las instituciones, más que la geografía o la cultura, determinan el bienestar de las sociedades.
Los galardonados también exploraron cómo las sociedades pueden romper el ciclo de las instituciones extractivas. En ciertos contextos, como cuando las élites enfrentan la amenaza de una revolución, se ven obligadas a ceder poder y a democratizar las instituciones, lo que puede conducir a un crecimiento inclusivo a largo plazo. Este proceso es esencial para transformar países que han estado atrapados en sistemas que favorecen a una minoría.